viernes, 21 de mayo de 2010
En el recuerdo
Desde la distancia de estos treinta años -evoca Enrique Grases (17 de mayo de 1940 + 24 de abril de 2010) veo toda la enfermedad de mi hermana [...] Ahora que se habla tanto de realización personal, comprendo que Montse "se realizó" precisamente en su dolor. Gracias al dolor fue verdaderamente ella -lo que Dios quería de ella, y nos dio lo mejor de sí misma [...] Desde allí, desde la Cruz, podría pedir más por los demás, por éste o por el otro; y estoy seguro que, tantas veces, pidió por mi vocación sacerdotal...
El dolor la retó; pero ella venció la partida. A Montse le apasionaba el tenis y aquello fue como un partido de tenis frente al dolor. Este partido es siempre difícil porque no hay términos medios: o el dolor te vence o tú lo vences a él.
Ésa es la raíz de aquella alegría suya que tanto desconcertaba: en vez de ser esclava del sufrimiento, se convirtió, de alguna manera, en dueña, en señora de su propio dolor. Le dio la vuelta al dolor. Lo convirtió en Amor.
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